El verano más especial de mi vida y fue en inglés

Si algo tenemos claro es que los idiomas son la llave que nos abren las puertas de los mejores empleos. Muchas veces miras ofertas de trabajo y te das cuenta que las mejores ofertas son aquellas que te exigen un idioma. Pero no de esos de nivel medio, que solemos poner todos en los currículos para engañarnos a nosotros mismos. Son de nivel muy alto, de saberlo hablar y escribir como si fuéramos nativos. Y claro, esa es la diferencia entre ganar 50.000 euros al año a ganar 20.000. Las cosas como son.

Yo tuve bien claro que los idiomas serían mi obsesión. Hasta el punto de que un verano decidí apostar por un viaje a Reino Unido para perfeccionar mi inglés. Todos mis amigos me miraron con cara de extrañados. No entendían cómo me podía ir al extranjero y no disfrutar de los meses de agosto y julio en el pueblo o en la ciudad. Me iba a perder las fiestas del pueblo, que siempre son una gozada, me iba a perder las salidas nocturnas, incluso mis amigos habían preparado una escapada a Aranda de Duero para estar en el Sonorama. Pero la vida es así. Hay que saber elegir y sobre todo hacerlo teniendo en cuenta una cuestión de prioridades. Y ahora mismo mi prioridad era aprender inglés, o mejor dicho, perfeccionar mi inglés.

Yo tenía claro que fiestas de mi pueblo o Sonoramas iba a ver muchos más, pero la oportunidad de viajar a la cuna del idioma en Inglaterra, muy pocas. Así que decidí pasar un verano en Oxford, sí, ni más ni menos, que en Oxford. Fue el verano justo antes de mi último año de Secundaria, con lo que eso suponía. Una vez que lo hablé con mis padres decidimos que sería una buena idea la de participar en un viaje de inmersión lingüística. Un proceso que ahora está muy de moda y que recomiendo a todo el mundo.

Aunque al principio, como es lógico, tuve mis dudas, finalmente accedí y me encontré en un avión hacia Inglaterra. Una escapada de dos meses que iba a marcar mi vida. Nosotros lo hicimos de la mano de una agencia especializada, que por ejemplo, siempre hace que los grupos están acompañados por monitores, que son los encargados de que el programa se desarrolle correctamente en todo momento. Y la verdad es que eso da mucha tranquilidad, sobre todo a los padres. Yo elegí Oxford, pero tienen más destinos como Londres, Dublín, o ciudades más pequeñas como Winchester o Salisbury.

Al llegar a Oxford, me encontré con un grupo de chavales de mi edad, pero de diferentes partes del mundo que también estaban participando en el programa. La verdad es que cuando estás lejos de tu casa, rápidamente haces amigos. Así que ya no había marcha atrás.  Durante mi tiempo en Oxford, tuve la oportunidad de hacer muchas cosas. Por supuesto, las de recibir unas clases de inglés, que lamentablemente no tienen nada que ver con las que se dan aquí en España, Son otra cosa totalmente diferente.  En este caso, aquí se aprende mucho más y se nota que los profesores son nativos.

Pero fue un viaje increíble porque además puede participar en excursiones a lugares históricos y disfrutar de la belleza de una ciudad que tiene mucho más que ver que su famosa universidad. Sede de la universidad más antigua de toda Inglaterra. Por Oxford han pasado las mentes más brillantes de la historia, y eso se nota. Sin embargo, una de las anécdotas más memorables de mi viaje fue cuando me perdí en una excursión a un pequeño pueblo que estaba al lado.

La anécdota

Como ocurrió en la primera semana de estar allí, pues claro, las risas fueron tremendas. Así que ya tuve mote desde el primer día. Todos mis amigos me conocieron como wandering spanish, o lo que es lo mismo, el español perdido o errante, intentando hacer una similitud con la leyenda del holandés errante. Ya sabemos que en estos sitios hasta los chistes son cultos.

Ahora bien, lo que está claro es que estos dos meses marcaron mi vida. Fue sin duda el mejor verano de mi vida, que me sirvió para tener un gran nivel y, sobre todo, encontrar un trabajo unos años después gracias a esto. Y sí, un trabajo de los de 50.000 euros. Ahora, todos los veranos tengo vacaciones durante un mes y claro que he vuelto a las fiestas de mi pueblo y estado ya unas cuantas veces en el Sonorama de Aranda. Solo era cuestión de esperar.

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