Criterios para elegir una residencia universitaria.

En ocasiones, la formación universitaria requiere un desplazamiento del estudiante a otra localidad, e incluso, a otra provincia. El universitario deberá buscarse un alojamiento en la nueva ciudad para poder asistir a clase y efectuar sus estudios. Las residencias universitarias son una buena opción para resolver este problema. ¿De qué criterios deberá partir el estudiante y su familia para escoger la residencia adecuada? En este artículo te proponemos algunos.

En todas las ciudades donde hay un campus universitario, por pequeño que sea, hay residencias universitarias. Aunque el campus dependa de una universidad mayor. Por ejemplo, el campus de Orihuela (Alicante), en el que se imparte Ciencias Políticas, Económicas y Empresariales, e Ingeniería Agraria, depende de la Universidad de Elche.

Las residencias universitarias son una buena opción para los alumnos que se matriculan en una universidad y no conocen la ciudad donde está ubicado el campus. Es el caso de Martín, quien cambio de carrera y se trasladó de Valladolid a Burgos. Antes de comenzar el curso se puso en contacto con la empresa Larrú, quien gestiona dos residencias universitarias en la capital burgalesa. La cercanía a la facultad fue el criterio que le hizo decantarse.

Criterios.

Por lo general, los estudiantes no se alojan en la primera residencia que encuentran plazas libres. Suelen hacer una investigación previa, como si de un piso de alquiler se tratara. Según la web Livensa Living, estos son los factores que más inciden en la elección de una residencia.

  • Cercanía a la facultad.

Ya que el estudiante va a pagar por una habitación en régimen de media pensión o pensión completa, que mejor que esté cerca del centro de estudio. La comodidad que implica llegar en unos pocos minutos a la facultad es la característica que más valoran los estudiantes. Algunas facultades, como las escuelas de turismo de algunas provincias, disponen de su propia residencia o tienen una adosada, lo cual es valorado por los estudiantes que se alojan en ella.

  • El tipo de habitación.

Dentro de las residencias de estudiantes hay habitaciones individuales y habitaciones compartidas. Lógicamente, las primeras son más caras. Los estudiantes lo que valoran es que dispongan de una habitación espaciosa y bien equipada. Con un buen armario para guardar la ropa, un escritorio, buen servicio de wifi, baño privado e incluso la posibilidad de disponer de una pequeña nevera en la que guardar bebida fría o algo de comida que sirva de avituallamiento en las largas jornadas de estudio. Después de todo, la habitación va a ser su segunda casa, es crucial que se encuentren cómodos en ellas.

  • Equipamiento de la residencia.

Una residencia es mucho más que un simple lugar en el que dormir. Para el estudiante es importante que disponga de instalaciones suficientes para llevar una vida agradable. Es fundamental que disponga de salas de estudio donde poder realizar los trabajos de la universidad, un comedor en el que se sirva una comida de calidad, sobre todo si se queda en él a comer y cenar. Un buen servicio de lavandería. Y como no, que disponga de terrazas y zonas exteriores que harán más agradable la estancia.

  • Libertad de movimientos.

Las residencias universitarias no son un hotel en el que puedes entrar y salir cuando te dé la gana, y en el que puedes entrar en la habitación a quien quieras. Están regidas por unas normas internas. La flexibilidad en esas normas son las que decanta a ciertos universitarios por unas residencias en lugar de escoger otras.

  • Buen ambiente.

Estar a gusto con los compañeros de residencia es importante. Por lo general, en las residencias de estudiantes no hay un compromiso de permanencia. Se suelen pagar mes a mes. Si el estudiante no se encuentra a gusto, puede dejar su habitación y trasladarse a otra residencia. Por eso, estar en un ambiente agradable, hacer buenos amigos y relacionarse con los otros estudiantes es determinante para asegurar la permanencia en el centro, e incluso, repetir otro año.

  • Actividades en la residencia.

Las residencias suelen organizar actividades propias para facilitar la integración de los huéspedes y cohesionar la comunidad estudiantil. Se trata de actividades culturales y de ocio a los que se invitan a todos los residentes. Son frecuentes en aquellos centros donde se alojan estudiantes extranjeros y de becas Erasmus. Esta es un factor tenido en cuenta por algunos estudiantes.

  • Precio.

Alojar a un estudiante en una residencia durante todo un curso supone un desembolso importante para las familias. En Madrid o Barcelona, las residencias cobran, solo por el alojamiento, a partir de 600 o 700 € mensuales. A pesar de ser un factor a valorar, no es el más importante. Lo que se suele hacer, es sopesar la relación calidad-precio y las prestaciones que recibe el estudiante por el dinero que paga.

Las normas de una residencia.

Una residencia de estudiantes no es Jauja. Suelen velar porque haya una buena convivencia entre los residentes. Porque las prácticas o el estilo de vida de unos no molesten a los otros. Esto se traduce en un reglamento interno que se le comunica a cada estudiante en el momento en que contrata una habitación. Estos son los aspectos que se suelen regular:

  • El ruido. Las residencias y colegios mayores suelen ser cuidadosos en cuanto a los ruidos. Muchas de ellas establecen horas de absoluto silencio, que suelen coincidir con las horas de la noche. No se permite poner la música alta o tener un televisor al máximo volumen. Son lugares para el descanso y el estudio.
  • Invitados. Cada residencia tiene sus propias normas respecto a la gente de fuera que puede entrar en las instalaciones y a qué dependencias tienen acceso. Algunas tienen prohibido la entrada a las habitaciones a cualquier persona que no sea residente, aunque vayan acompañadas por el estudiante que vive allí. Otras tienen determinadas salas a las que los residentes pueden llevar acompañantes en un horario determinado.
  • Toque de queda. Es normal es que haya una hora límite de entrada en la residencia que puede ser las 3 o las 4 de la noche. En ese momento, las puertas de la residencia se cierran por completo y hay que esperar a las 6 o 7 de la mañana del día siguiente para poder entrar. Puede ser que los fines de semana haya más flexibilidad. Esta es una norma que deben tener en cuenta los estudiantes cuando salen una noche de marcha.
  • Objetos propios. Ciertas residencias ponen limitaciones respecto a que objetos personales se admiten dentro de las habitaciones o la cantidad de pertenencias que pueden traer los alumnos.
  • Fumar. Este es un aspecto que siempre está regulado. En la actualidad, lo normal es no dejar fumar en las habitaciones. Para eso, las residencias habilitan ciertas estancias donde si se permite fumar, que suelen coincidir con zonas abiertas o exteriores. Otras residencias, por el contrario, tienen prohibido fumar en todas las instalaciones.
  • Zonas y servicios comunes. En cuanto a los comedores, hay una hora de entrada para desayunar, comer y cenar. Si llegas después de esa hora, no tienes derecho a comer, aunque lo hayas pagado en la cuota mensual. También está regulado el uso de salas comunes, instalaciones deportivas o el empleo de los baños, cuando estos son comunitarios.

 Experiencias.  

El blog Yugo recoge algunas experiencias de estudiantes que se alojaron en una residencia universitaria durante un tiempo. Julia, que vivió en la Residencia Claraval de Madrid, cuenta que allí se encontró como en casa. Para ella, desde el personal de la residencia hasta los otros estudiantes, llegó a considerarlos como si fueran de su familia. Hizo muchos amigos y le ayudaron cuando lo necesitaba.

Para Carlos, que vivió durante dos cursos en una residencia de Barcelona, aquello fue toda una experiencia. Su primer compañero de habitación fue un chico de Hong Kong que llegaba a España en una especie de curso de intercambio. Durante ese tiempo, Carlos aprendió mucho de la cultura china y de las costumbres de la isla asiática. Él y su compañero de habitación terminaron siendo buenos amigos, quedaban con frecuencia para tomar café y para salir juntos de marcha.

En los años 90 me alojé durante dos meses en la residencia universitaria de la Escuela de Turismo de Murcia. Hice la selectividad en septiembre y fue en la Universidad de Murcia donde aceptaron mi prescripción. Yo no conocía la ciudad de nada. El primer día, en la comida, un grupo de chicas y chicos me invitaron a que me sentara, a comer con ellos. Era jueves y me propusieron que saliera de marcha con ellos aquella noche. A las 8 quedamos en el hall de la residencia. Me recogí pronto, no porque no estuviera a gusto, sino porque estaba empezando la universidad y aquello me imponía un poco. A la mañana siguiente, una de las chicas con las que salí la noche anterior tocó la puerta de mi habitación para saber si había pasado bien la noche y si estaba bien. En la residencia universitaria me sentí acogido desde un principio.

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