Desde hace unos años, todo lo relativo al medioambiente y su cuidado está en boca de todos. Cobrando cada vez más fuerza y mayor relevancia. Por lo que no es de extrañar que existan cursos pensados, tanto para educar a mayores como a los más jóvenes. La educación ambiental, se ha convertido en uno de los pilares fundamentales para combatir el cambio climático. Quien más y quien menos, tiene una ligera idea sobre este tipo de aprendizaje. No obstante, vamos a dedicar este artículo, a hablar sobre todo lo relativo a la educación ambiental y en que consiste.
Básicamente, la educación ambiental, consiste en un proceso mediante el que, se pretende transmitir los conocimientos y enseñanzas, relativos a la protección del entorno natural y la importancia de salvaguardar el medio ambiente, a la ciudadanía. La finalidad no es otra que la de generar hábitos y hacer que se desarrollen conductas, en la población general, con objeto de que todas las personas, adquieran la conciencia necesaria sobre los problemas ambientales de nuestro país. Incorporar valores y proporcionar las herramientas necesarias para su prevención y resolución, es parte intrínseca de esta enseñanza.
Si nos paramos a pensarlo, llevamos muchos años siendo instruidos en este tipo de concienciación. Desde los medios de comunicación hasta al realizar la compra, se mandan mensajes de responsabilidad y concienciación ambiental. Lo que cada vez, cobra mayor presencia en nuestro día a día. La educación ambiental, no solo sensibiliza a la población sobre los problemas ecológicos existentes, impulsa a que se desarrollen y practiquen soluciones innovadoras, combinadas con acciones colectivas que conducen a un futuro sostenible.
Desde los años sesenta, momento en el que surgió esta disciplina, su evolución ha sido continua, fomentando un cambio a nivel cultural y social, para garantizar el respeto y la regeneración del medioambiente.
Clave para combatir el cambio… climático
La ciencia ha sido en gran medida responsable de que se pueda asentar este tipo de concepto educativo. Del mismo modo que Bioplásticos Alhambra, empresa dedicada al desarrollo de productos biodegradables y reciclados, acerca estos principios a la población con sus productos. Educar a la sociedad en base a la protección del medio ambiente, se ha erigido en el vehículo transformador para crear conciencia social y, de esta manera, afrontar el cambio climático.
La naturaleza por sí misma, dispone de mecanismos propios que funcionan por sistema. Sin embargo, ha quedado más que demostrado que, a mayor influencia externa (la mano del hombre) ejercida sobre ella, mayor alteración negativa sufre. Como podemos comprobar continuamente, poniéndose de manifiesto la necesidad de entender que la naturaleza no es una fuente de recursos inagotable, como pensamos. Se trata de un elemento al que hay que respetar y cuidar, para que siga resultando beneficiosa. Además es necesario intentar regenerar todo lo posible, aquello que la influencia humana ha destrozado.
Teniendo en cuenta lo expuesto, no resulta difícil comprender que la educación ambiental, sea tan esencial en nuestros tiempos. El Centro Nacional de Educación Ambiental, define el concepto en el conocido como Libro Blanco de la Educación Ambiental, con las siguientes palabras: “La educación ambiental es promover una nueva relación de la sociedad humana con su entorno. El fin es procurar a las generaciones actuales y futuras un desarrollo personal y colectivo más justo, equitativo y sostenible. Todo ello debería garantizar la conservación del soporte físico y biológico sobre el que se sustenta”.
Como decíamos párrafos atrás, la educación ambiental y la preocupación por el medio ambiente, aunque reciente, no es algo que surgiera hace unos años. Por el contrario, fue en los años sesenta y setenta cuando nació esa creciente preocupación por la destrucción de los diferentes hábitats, con la consiguiente concepción de dicha degradación de los ecosistemas como problema generalizado y social. Desde aquel momento, los congresos que se han celebrado en torno a este asunto, ha ido redefiniendo los planes a ejecutar y los objetivos sobre el medioambiente. La primera vez que se abordó el asunto de forma oficial, fue en el año mil novecientos setenta y dos, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano.
Este momento constituyó un hito, puesto que, gobiernos e instituciones empezaron a implementar las medidas necesarias para fomentar y alcanzar, un compromiso general, tanto a nivel individual como colectivo. Gran parte de las acciones a realizar, vienen enmarcadas en el ámbito pedagógico, con la finalidad, volvemos a recordar, de promover un cambio a nivel social, cultural y económico, con un potencial capaz de desarrollar y diseñar todo tipo de soluciones innovadoras que sean responsables con el planeta.
Objetivos de la educación ambiental
No se puede negar la realidad el cambio climático. Si bien es cierto que cambios climáticos se han producido a lo largo de la historia y la prehistoria, también lo es que el actual, se ha precipitado y se está produciendo a mayor velocidad. Tanto que no se trata de un cambio gradual e inapreciable, sino de algo brusco que todos podemos ver y sentir. Los efectos del cambio, provocan una serie de fenómenos que, aun siendo independientes, se entrelazan de manera que se produce un escenario ambiental. Las consecuencias de este escenario, tienen un alcance a nivel global, como es el caso de las migraciones que provocan las frecuentes sequias, o las danas que se producen en diversos puntos del planeta.
En consecuencia de este escenario y los efectos que provocan los fenómenos que se producen, los objetivos y metas que se ligan a la educación ambiental, se encuentran sujetos a revisión constante. De manera que se puedan ampliar las iniciativas o redefinir los grupos de mayor interés.
Como uno de los principales organismos encargados de impulsar la educación ambiental, la UNESCO, definió en el año mil novecientos setenta y cinco, los objetivos que rigen la disciplina. Muchos de los cuales, siguen vigentes justo ahora que se cumplen cincuenta años de su creación:
- Crear conciencia. Trasmitiendo a la sociedad en su conjunto, la realidad respecto a los problemas reales que derivan del cambio climático.
- Crear y difundir conocimiento. Poniendo a disposición de las sociedad, toda la información disponible para que puedan formarse su propia opinión y que sea crítica con la realidad.
- Fomentar actitudes. Impulsando valores sociales y creando mayor interés y participación activa para la protección y mejora del ambiente. Poniendo a disposición de las personas las capacidades y herramientas que sean necesarias para llevar a cabo la resolución de los problemas de índole ambiental.
- Capacidad de evaluación. Proporcionando una evaluación objetiva de las acciones realizadas en función de lo social, ecológico, político y educativo, de manera que, los propios ciudadanos puedan proporcionar sugerencias de mejora para implementar.
- Fomentar la participación. Animando a las personas a que tomen mayor responsabilidad y adopten las medidas necesarias para la resolución de los problemas de carácter ambiental.
La mejor manera de aplicar la educación ambiental en la que se basan estos objetivos, requieren de llevar a cabo una puesta en marcha, con una serie de acciones en las que, tanto las instituciones como la sociedad en general, participe de forma activa. En esta línea, el acceso a la información, la libertad de asociación y la participación en la toma de ciertas decisiones públicas, constituyen un punto de partida a partir del cual, las personas pueden actuar. De manera que sea posible estar en un continuo aprendizaje sobre la mejora manera de responsabilizarse con el entorno.
Instaurar programas que se basen en la educación ambiental, dentro de los mismos sistemas educativos, desde edades tempranas, es una de las mejores oportunidades con las que cuenta la educación ambiental. Esta acción fomenta actitudes y aptitudes que impactarán en el futuro de la sociedad y, por ende, en el medio ambiente.
Una colaboración adecuada entre instituciones y organizaciones, resulta igual de relevante. Desde las organizaciones gubernamentales hasta las regionales o municipales, las entidades públicas y las privadas. Todos son parte activa esencial a la hora de impulsar las necesarias iniciativas de mejora para el medioambiente, de manera tangible. Del mismo modo que, desde el ámbito laboral, también es posible marcar la diferencia, colaborando e implementando los sistemas de gestión ambiental adecuados y que, contribuyan proporcionando un enfoque respetuoso con el entorno natural.
De cara al futuro, las nuevas tecnologías y la educación ambiental, se erigen como herramientas clave para el cambio. Las tecnologías emergentes, desempeñan un papel crucial en lo relativo a la difusión y el impacto de la educación ambiental. Aplicaciones móviles, realidad aumentada y plataformas de aprendizaje online, hacen posible que personas de todas las edades, tengan acceso a información actualizada y los recursos interactivos, adecuados para obtener una mayor y mejor comprensión de los problemas ambientales, participando de manera activa en la solución. Como ejemplo, citaremos las aplicaciones para calcular la huella de carbono personal, las redes sociales o las comunidades virtuales que, permiten compartir ideas, recursos y buenas prácticas.
En resumidas cuentas, el cambio climático es una realidad de la que todos somos responsables. En nuestra mano queda tomar las medidas necesarias, tanto a nivel personal como social y, evitar en la medida de lo posible que el cambio, resulte tan devastador como las predicciones nos hacen creer.