La formación continua en odontología: el caso de Nuria

Estamos en un mundo que siempre cambia. Lo podemos ver solo con echar un vistazo a nuestro alrededor. Sobre todo lo podemos ver en los avances científicos y tecnológicos que se suceden a gran velocidad.

Ahora bien, estamos de acuerdo en que la formación continua se ha convertido en un pilar indispensable para todas las profesiones de la salud. Y es que quien se queda quieto, le puede pasar por encima el tren. La odontología no es la excepción. Ahora mismo la actualización constante y el perfeccionamiento de técnicas es lo que nos permiten ofrecer a los pacientes una atención integral, segura y de calidad.

Dentro de este campo, la odontopediatría ocupa un lugar destacado, ya que se encarga de cuidar la salud bucal de los más pequeños, sentando las bases para una vida adulta con hábitos y sonrisas saludables. Y es que ahora mismo nada tiene que ver el cuidado de los dientes de los niños de los años 80 o 90.

Y para ello vamos a poner un ejemplo, el de Nuria, odontóloga con varios años de experiencia en consulta general. Ella lo ha vivido en primera persona. Hace poco decidió inscribirse en un curso de especialización en odontopediatría de Formación Fundación Dental, motivada por las ganas de ampliar su capacidad profesional y mejorar el trato hacia sus pacientes infantiles.

Visión de futuro

La experiencia, según relata, le ha cambiado la forma de trabajar y también su visión sobre la importancia de la formación en la carrera odontológica.

“Cuando comencé a trabajar me daba cuenta de que tratar con niños no era lo mismo que atender a un adulto. Ellos tienen otras necesidades, otros miedos, y requieren una aproximación mucho más delicada”, cuenta Nuria. “Me sentía limitada en algunos casos, y ahí entendí que necesitaba especializarme para poder darles la mejor atención”.

El curso que realizó le ofreció un enfoque clínico, pero también psicológico y pedagógico, que ahora mismo es lo que más se lleva. Lo mejor es que aprendió unas técnicas de comunicación con niños, métodos de prevención adaptados a distintas edades, y herramientas prácticas para el manejo del miedo y la ansiedad en el sillón odontológico. Esto es algo que le viene muy bien para su día a día.

“Fue un antes y un después. Ahora me siento mucho más segura cuando trato con pequeños pacientes. Y lo mejor de todo es ver cómo ellos también se sienten más tranquilos. He conseguido que las visitas al dentista no sean un momento traumático, sino incluso divertido”, señala tan feliz.

La historia de Nuria refleja una realidad cada vez más evidente: la odontología no puede quedarse en la formación básica universitaria. El sector demanda profesionales en constante aprendizaje. Según los datos de asociaciones profesionales a los que hemos podido acceder, en España el 70% de los odontólogos realizan algún tipo de curso o especialización cada cinco años. Y esto es algo que nos parece muy bien.

La odontopediatría, en particular, es una especialidad con gran demanda. El cuidado de la salud bucal desde edades tempranas no solo previene caries o maloclusiones, sino que también fomenta la creación de hábitos saludables de por vida. “Trabajamos no solo en reparar, sino en educar”, explica Nuria. “Muchas veces hablamos tanto con los padres como con los niños, porque el éxito depende de lo que se hace en casa a diario”.

Pero más allá de la técnica, la formación lo que te da es confianza y satisfacción personal. “Invertir en este curso ha sido una de las mejores decisiones de mi carrera. Me siento más preparada, más motivada y, sobre todo, más conectada con mis pacientes”, explica

Este tipo de experiencias confirman la necesidad de promover programas de formación accesibles y de calidad para los profesionales de la odontología. Universidades, colegios oficiales y centros especializados han ampliado en los últimos años su oferta de másteres, cursos online y talleres prácticos para responder a esta demanda creciente.

El reto, sin embargo, no se limita a los odontólogos. La sociedad también debe concienciarse de la importancia de acudir a profesionales bien formados. Un dentista actualizado no solo soluciona problemas, sino que los previene. Y en el caso de la odontopediatría, esto significa mejorar la salud de las generaciones futuras.

“Formarse es invertir en nuestros pacientes y en nosotros mismos”, afirma Nuria. “La odontología está cambiando cada día, y si queremos estar a la altura, no podemos dejar de aprender”. Seguro que ahora mismo ya todos los niños quieren ir al dentista.

 

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